La joya de la corona y nunca mejor dicho de la plataforma de pago Netflix, regresó el pasado noviembre con su tercera temporada con una renovación que nos llevaría a la madurez de la reina Isabel II de Inglaterra entre los 60-70 del siglo pasado.
Las dos primeras temporadas de la serie biográfica, nos invitaba a ver a Isabel II durante sus primeros años en el trono inglés y los sucesos que acontecieron en este periodo de tiempo; estas dos primeras tiradas de capítulos fueron un completo éxito; las actuaciones, ambientaciones, los diferentes puntos de vista desde los que nos posicionaban, sin olvidarnos de la gran Claire Foy, iban a ser cambiados con las tercera y cuarta temporada, las cuales daban un giro completamente extraordinario.
Con la llegada de un nuevo reparto como Olivia Colman, Tobias Menzies o Helena Bonham Carter, The Crown plateaban el reto de la aceptabilidad de los espectadores a los nuevos actores, la cual ha sido magnífica y no solo por sus exquisitas interpretaciones, sino por los grandes guiones que han dado sustento a la temporada.
La temporada nos acerca a situaciones algo desconocidas para el público que nos hacen encantarnos con determinados episodios que nos acercan a los más desconocido desde dentro de la corona como es la tragedia de Aberfan y la lágrima de Isabel II, la situación de Carlos dentro de la casa real y su trato con su profesor de galés y la aparición de Alicia de Dinamarca, la madre de Felipe de Edimburgo, desconocida para todos.
Como primer punto, destaco la gran actuación de Olivia Colman, la ganadora del Oscar del año pasado ha hecho un trabajo costoso al interpretar a una Isabel que destaca por su rigidez y temple frente a su actitud muy gesticulada como ella misma dijo, es un trabajo laborioso; Colman nos da la imagen de esa reina más ruda, acostumbrada a su trono que se enfrenta a sus sentimientos, los cuales la mayoría de veces son tragados por esa falsa apariencia de perfección de seriedad que la corona debe de tener; además nos marca su actitud fría con su hijo y su complejo y baja autoestima frente a la ostentación y comportamientos de su hermana.
Otro gran intérprete ha sido Helena Bonham Carter, Carter que destaca por sus excentricidades personales le viene que ni al pelo el papel de la loca y desenfrenada princesa Margarita a quien clava en sus formas y en sus actuaciones, dándonos una imagen continuada de lo dado por Vanessa Kirby, pero a lo grande y que otorga ese punto personal que la hacen irrefutablemente lo mejor de la temporada.
Destaco también los guiones sobre Carlos, el príncipe Carlos es un miembro de la familia real que por lo menos a mi siempre me ha levantado escamas por su comportamiento frente a la corona, pero que ahora admiro, el fin de la segunda y esta temporada nos muestra el sufrimiento y sacrificios que ha tenido que pasar y hacer este hombre por la corona y la estabilidad de esta, viéndose afectado el mismo y su vida como es su educación o sus amores como el de Camilla Shand.
Además cabe destacar el episodio focalizado en las reliquias de la corona como es Lord Mounbatten, Eduardo VII o la desconocida madre del rey, Alicia de Battenberg, princesa de Grecia y Dinamarca que tocan la injusticia, la vejez y el olvido como es el desprestigio que sufrió el tío del rey, la injusticia cometida frente a Alicia por su esquizofrenia o el injusto trato hacia al tío de la reina por querer vivir con quien quisiera que le hace vivir con amargura su vida, dándonos una imagen triste y sombría de su lecho de muerte y una imagen de oscuridad y frialdad de la corona.
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