Una tercera primera temporada es la imagen que nos ha dejado la tercera temporada del drama policíaco creado por Pizzolatto. Queriendo recordar, hacer una reminiscencia a aquella gran primera temporada; la nueva tanda de episodios ha sido más que un recuerdo, una copia.
Después de ocho largos episodios, la temporada menos vista de las tres nos deja un agrio sabor de boca con la trama y el desarrollo de esta.
Primero empezando por la lentitud con la que se desarrollan los acontecimientos del caso, este en realidad es la comidilla que el director introduce para explayarse e introducirse de lleno en los personajes, sobre todo el de el Detective Wayne Hays. Pizzolatto vuelve a repetir la técnica utilizada en la primera temporada, el caso no es lo importante, sino la vida del protagonista.
Introduciendo a Hays, el personaje interpretado con pelos y señales por Mahershala Ali con el cual seguimos su vida, la cual está ligada al caso de los Purcell, desde su noviazgo con Amelia, su matrimonio, sus hijos y por último su vejez y su triste enfermedad, el alzheimer..
Otro de los importantes protagonistas de esta temporada ha sido Stephen Dorff y su resurgimiento con un personaje que a medida que evoluciona gusta más y es más gustoso de ver que el de Mahersahala Ali.
Una trama simple, pero muy extendida que desde el primer momento estaba claramente resuelta también ayuda a hacer una pequeña crítica a esos altos cargos de la policía que por intereses dejan cerrados casos que pueden tener solución, sobre todo en esa policía un tanto corrupta de los Estados Unidos. Un caso que visualiza la venta de niños por intereses económicos hasta de los propios padres (aunque aquí solo es la madre); el racismo del sur estadounidense o la homofobia de la época y la aun existente.
Con un final un poco apenado y abierto se cierra la tercera temporada de esta serie que suponemos ya por los datos que no tendrá otra temporada, a parte de que le viene bien dejar descansar a policías dramtizados.
Después de ocho largos episodios, la temporada menos vista de las tres nos deja un agrio sabor de boca con la trama y el desarrollo de esta.
Primero empezando por la lentitud con la que se desarrollan los acontecimientos del caso, este en realidad es la comidilla que el director introduce para explayarse e introducirse de lleno en los personajes, sobre todo el de el Detective Wayne Hays. Pizzolatto vuelve a repetir la técnica utilizada en la primera temporada, el caso no es lo importante, sino la vida del protagonista.
Introduciendo a Hays, el personaje interpretado con pelos y señales por Mahershala Ali con el cual seguimos su vida, la cual está ligada al caso de los Purcell, desde su noviazgo con Amelia, su matrimonio, sus hijos y por último su vejez y su triste enfermedad, el alzheimer..
Otro de los importantes protagonistas de esta temporada ha sido Stephen Dorff y su resurgimiento con un personaje que a medida que evoluciona gusta más y es más gustoso de ver que el de Mahersahala Ali.
Una trama simple, pero muy extendida que desde el primer momento estaba claramente resuelta también ayuda a hacer una pequeña crítica a esos altos cargos de la policía que por intereses dejan cerrados casos que pueden tener solución, sobre todo en esa policía un tanto corrupta de los Estados Unidos. Un caso que visualiza la venta de niños por intereses económicos hasta de los propios padres (aunque aquí solo es la madre); el racismo del sur estadounidense o la homofobia de la época y la aun existente.
Con un final un poco apenado y abierto se cierra la tercera temporada de esta serie que suponemos ya por los datos que no tendrá otra temporada, a parte de que le viene bien dejar descansar a policías dramtizados.
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