Esta tercera temporada partía de una primera y segunda muy halagadas, sobre todo la primera. La presentación de una miniserie super coral sin un protagonista que destacar y con 10 o más personajes con su propio arco narrativo, el estilo tragi-cómico de la serie y el reparto más que conocido, supuso una oleada de buenas críticas que la hicieron llegar a donde está. La nueva temporada, que partía desde una premisa algo baja debido a la muerte del personaje de Jennifer Coolidge (el más querido de la serie), tenía algo difícil seguir subiendo, cosa que ha hecho, aunque con un ritmo algo lento y menos cómico.
El nuevo reparto que ha contado con actores como Jason Isaacs (Harry Potter), Carrie Coon (The Leftovers), Walton Goggins (Django Unchained), Sam Rockwell (Three Billboards Outside Ebbing, Missouri) o Parker Posey (Gossip Girl), se ha mezclado con la ya veterana Natasha Rothwell y Jon Gries. Con una cuna tal de artistas, solo podía fallar el guion y en mi opinión, al menos durante un tiempo, ocurre.
Esta última temporada, es algo más lenta que las dos anteriores. Dejan mucha argumentación para el final sin llenarnos de altibajos narrativos y tiras cómicas como las anteriores, algo que perfectamente mantenía el ritmo de la serie y el "hype" en cada episodio. Tenemos en mi opinión un conjunto de personajes más planos que representan la vanidad, la codicia, la envidia y algo de homofobia.
En realidad, es una temporada que en mi opinión hace brillar a cinco personajes:
Primero, Aimee Lou Wood, esta desconocida actriz brilla en su episodio, siendo el personaje más cómico y que más representa a la mayoría de los seguidores de la serie, joven, inocente, idealista, pobre y como siempre, afectada por todo lo que los ricos hacen y que pone la guinda final a la temporada, con esa última escena suya, más que apasionante.
Otra actriz que a mí ya me conquistó en la primera temporada fue Natasha Rothwell, junto con Wood le dan frescor a la serie, ligereza y ese toque cómico que tanto le ha faltado en la temporada, algo parecido a lo que han hecho Leslie Bibb y Carrie Coon, las dos actrices han sabido jugar mucho sus papeles, darles soltura y realidad en lo que creo que ha sido una temporada más que dramática y con personajes algo plásticos, poco reales.
Por último, Parker Posey, la veterana actriz también protagoniza sus momentos de comedia del asco (si podemos llamarlo así) debido a la caricatura que hace de la mujer adinerada, casada que solo se preocupa por tener dinero que está constantemente medicada para intentar olvidar las mierdas de su marido.
Salvo estas cinco excepciones, creo que los demás personajes (como el guarda y la camarera o Piper Ratliff) se hacen pesados, aburridos y simplemente planos. El juego del incesto gay con los dos hermanos (Saxton y Sam), que concurre como episodio más bien simple, pero que engancha, ha sido otra de las tramas que más han gustado (sobre todo por el morbo que crea), sobre todo teniendo en cuenta el misterio que conllevaba ver qué ocurría y que no, creándose muchas teorías que lo que pasaría o no.
La resolución del misterio ya a media temporada se deja entrever y aunque el final, sencillamente nos deja el final roto y lo último si que nadie se lo esperaba, la tercera temporada ha sufrido un leve deterioro con la fatal obvia de Tanya.
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